Mayo, mes de la hipertensión felina

Ceva presenta su campaña de concienciación para luchar frente al “asesino silencioso”. La hipertensión felina es un problema fácil de diagnosticar, prevenir y tratar

Los gatos, igual que las personas, pueden sufrir hipertensión; el problema es que muy pocos propietarios son conscientes de ello. Es una patología que, con frecuencia, se deno­mina el “asesino silencioso” porque no hay signos precoces que den el aviso. Como conse­cuencia, se suele diagnosticar demasiado tar­de y puede causar problemas realmente graves en las mascotas felinas.

La hipertensión felina, como ocurre en huma­na, es relativamente frecuente en los gatos mayores. Varios estudios han mostrado que, como mínimo, uno de cada seis gatos de más de 7 años puede estar afectado; además, si el gato padece una patología renal crónica o hipertiroidismo, el riesgo de que presente hipertensión es todavía mayor ya que uno de cada tres gatos con enfermedad renal padece hipertensión.

Esta campaña tiene como objetivo aumentar el conocimiento y la concienciación sobre esta patología, tanto en veterinarios como en pro­pietarios.

La prevención es clave

La detección precoz es la clave para evitar que la hipertensión provoque la aparición de las graves consecuencias que supone a largo plazo y que afectan al paciente. Es básico informar a los clientes sobre que el diagnóstico es fácil e indoloro para su mascota. Los propietarios de­ben comprender la necesidad de realizar esta prueba y eso se puede conseguir si se les expli­ca detalladamente. Además, la mayoría de los gatos la toleran sin problemas.

Las recomendaciones de la International So­ciety of Feline Medicine (ISFM) incluyen la medición de la presión dentro de las revisiones rutinarias a los gatos, ya desde los 3 años de edad. Así, se acostumbran a la manipulación por parte del veterinario y la clínica dispone de los valores habituales en este animal para poder ver su evolución a medida que se hace mayor.

Uno de los factores externos que más influye en los valores de la presión es el estrés del gato durante la visita, es lo que se denomina “efec­to bata blanca”; por eso es importante tener un registro individual que nos permita descar­tar el estrés como causa de la hipertensión.

A partir de los 7 años las mediciones deben hacerse al menos una vez al año, en cada re­visión. Las mediciones rutinarias de la presión arterial pueden detectar los aumentos antes de que aparezcan las lesiones y, de esta forma, prevenir daños. Unas lesiones que muchas ve­ces son ya irreversibles y se producen en ojos, riñones, cerebro y corazón.

Una vez diagnosticada la hipertensión, el trata­miento recomendado es el uso de amlodipino a una dosis de 0,125 mg/kg, esta molécula está recomendada como tratamiento de referencia en las guías IRIS, ACVIM e ISFM.

Amodip® es el primer fármaco registrado en Ve­terinaria para esta indicación y diseñado espe­cialmente para su uso en gatos por la forma de sus comprimidos y su palatabilidad.

La presión sistólica que se desea mantener debe ser valorada individualmente por el ve­terinario; pero, en general, será inferior a los 160 mmHg. Es importante tener en cuenta que los valores en los que el grupo IRIS con­sidera que el riesgo de lesión de los órganos diana es mínimo son inferiores a 150 mmHg.

En caso de no lograrlo con la dosis inicial, se debe doblar la dosis y volver a evaluar. En la guía de la ISFM con las recomendaciones sobre la hipertensión felina se recomienda comenzar ya con dosis de 0,25 mg de amlodipino/kg (1 com­primido de Amodip cada 5 kg) cuando los valores de la presión sistólica superan los 200 mmHg.

 

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